Así se cultiva la calma: el arte de la lavanda en Lavandaña
2 junio, 2025

En Lavandaña todo comienza con una flor. Pero no con cualquier flor. La nuestra es la lavanda que cultivamos desde hace nueve años en los campos de Brihuega, con manos pacientes, tierra limpia y un profundo respeto por el ritmo natural de las cosas.Hoy queremos abrirte las puertas del alma de nuestro proyecto: contarte cómo cosechamos, cómo elaboramos y por qué cada uno de nuestros productos huele, literalmente, a amor y a cuidado.
La lavanda, protagonista de todo
Solo cultivamos lavandín súper, una variedad con un aroma intenso, una flor preciosa y perfecta para lo que más nos gusta hacer: aceites, ramilletes, sacos térmicos, cremas, infusiones y licores que invitan al bienestar. Todo gira en torno a ella.
El momento más importante: la cosecha
La lavanda tiene su propio lenguaje y sus tiempos. Y para cosecharla bien, hay que entenderlos. Nuestros agricultores saben leer el campo: reconocen cuándo hay un equilibrio perfecto entre las flores abiertas, las cerradas y las que están a punto de desprenderse. Cosechar demasiado tarde puede hacer que la flor pierda su esencia… y eso, no nos lo podemos permitir.
La cosecha depende del clima: cuanto más calor, más pronto llega el momento. En nuestro caso, solemos recoger a finales de junio o principios de julio. Tenemos cinco hectáreas, y cosechar una nos lleva aproximadamente una hora. Parte la hacemos con máquina, pero una buena porción la recogemos a mano, bajo el sol, para asegurar la máxima calidad en los productos más delicados.
Así queda el campo después
Tras la cosecha, el campo cambia completamente. Donde antes había espigas violetas moviéndose al viento, queda una imagen distinta: la planta recortada, como un pequeño seto que descansa hasta la siguiente floración. Mientras tanto, seguimos cuidando el terreno: eliminamos malas hierbas, aramos la tierra para mantenerla limpia y allanada. No usamos productos agresivos. Creemos en el respeto.
El proceso artesanal que da vida a nuestros productos
Con la flor recién cosechada, comienza otra fase igual de mágica:
- Una parte la llevamos directamente a la destilería, donde obtenemos nuestro aceite esencial por arrastre de vapor.
- Otra la secamos con sumo cuidado, a oscuras y en ramilletes homogéneos, para que conserve su color y su aroma.
- También deshojamos a mano para preparar las flores secas que luego usamos en nuestros saquitos térmicos, infusiones o para decoración floral.
Todo se hace con calma, con paciencia, con respeto por lo que la planta nos ofrece. Porque la naturaleza manda. Nosotras solo la escuchamos.
A pie de campo, entre merienda y corzos
Cada cosecha es única, y con ella llegan también anécdotas que atesoramos. Desde los corzos que nos cruzamos en medio del campo, hasta las tardes en que preparamos ramilletes mientras cae el sol y compartimos una merienda entre risas. Esos momentos también forman parte de Lavandaña. Y aunque los procesos puedan parecer repetitivos, siempre hay espacio para la creatividad: en los productos, en las telas que elegimos, en cada nueva colección.
Gracias por acompañarnos en este viaje que huele a lavanda.
En el próximo capítulo, te contaremos más sobre nuestros queridos licores y cremas, que ya han conquistado a muchos dentro y fuera de España.
Te esperamos siempre en nuestra tienda de Brihuega… y por supuesto, en nuestra web.